Capítulo 01
EL LLANTO AL DESPERTAR
Esta sensación ya la he tenido antes, en diversas ocasiones la solitaria esenia de mi ser flotando en la nada, levitando en interminables giros mientras tengo la sensación de estar ahogándome en agua de mar, aquella que a cada trago que bebo calma la sed que tengo en un instante y la incrementa gradualmente en la siguiente tomada. A pesar de la angustia que apreciaba resintiendo en ese huevo vital, la quietud y tranquilidad era hipnotizante y persuasiva a tal punto de quitarme la voluntad para luchar en contra de aquella corriente de vida y conseguir estar libre. Fue así que en medio de aquel silencio, logré distinguir los sonidos sublimes provenientes de un grueso instrumento de cuerda, poco a poco pude identificar cada nota musical emergiendo de los filamentos del arco al tocar las fibras del violoncelo, aquella canción era inconfundible, sólo una persona podría concebir tal arte y transmitirme ese sentimiento de calidez, estaba vivo, Hagi estaba vivo.
Rasguñé la tela del capullo donde me hallaba durmiendo, usé toda mi fuerza para romper la capa que me aprisionaba, después salí arrastrándome de la crisálida. Conseguí estar fuera del prototipo de tumba donde estuve durmiendo por treinta años; esta vez no llovía, el sol brillaba tan fuerte que cansaba mi vista, después de haber transcurrido tanto tiempo encerrada, a mis ojos no les fue fácil adaptarse a la claridad. Al momento que mi visión volvió, busqué a Hagi por todos lados con la mirada pero fue inútil, lo único que oía en ese lugar eran los latidos de mi corazón que parecían querer estallar a causa del impacto que causó la melodía en mí. Avancé unos cuantos centímetros, a rastras, ni siquiera llegué a la zona escalonada cuando vislumbré ante mis ojos un par de zapatos elegantes, me aferré a ellos creyendo que era Hagi pero erré, el que se hallaba frente a mí era mi hermano Kai.
No pude ver muy bien su rostro, pero aquel cabello pelirrojo lo delataba. Nuestros ojos se cruzaron y vi como las lagrimas empezaron a correr a través de las mejillas de Kai, titubeando entre sollozos consiguió decir mi nombre, y empezó a repetirlo subiendo el volumen de su voz en cada oportunidad que decía Saya. Estaba igual o más emocionada que él por este reencuentro, pero abatida por la inanición solamente le dije: “Sangre… quiero sangre”, y me desvanecí a sus pies.
El piquete en mi vena izquierda me despertó, frente mío se hallaba un hombre que bordaba los cincuenta años, fácilmente pude confundirlo con el Sr. David pero era claro que este hombre era pelirrojo en lugar de rubio.
- Kai… hermano…
- Descansa Saya, ahora que has despertado tendremos mucho tiempo para hablar.
- Kai… ¿luego podré ver a las niñas?
- … Claro que sí Saya, pero ahora descansa y recupérate.
No soñé nada mientras dormía. Al despertar, me encontraba observando la cortina de siempre, por un momento sentí que a través de ella cruzaría la señorita Julia para preguntarme cómo y me sentía, y yo le respondería que bien con una debilitada sonrisa, pero después de un momento volví a la realidad. Ya sabía que habían transcurrido al menos treinta años desde que dormí, por eso Kai lucía tan mayor, quizá también lo estarían el señor David, Joel y Louis; tengo tantas ganas de verlos, pensé, y si era posible quizá podría ver también a Lulu y a Kaori, pero a quienes si moría por ver, eran mis sobrinas. Recordé que cuando regresamos de Inglaterra; Kai, Lulu y yo pensamos mucho en que nombres ponerles.
- Mmmmm… y bien Saya, decide tú un nombre.
- No sé qué nombres le hubieran gustado ponerle a Diva pero, recuerdo una vez que estuve con Hagi en Rusia, y había una duquesa llamada Anastasia, ese nombre me gusta, y siempre me hará recordar a ella porque Diva era en realidad Anastasia.
- Anastasia, suena bien… elegiste un nombre mejor que Diva jeje.
- ¡Kai!, no tienes porque reírte del nombre que le puse a Diva.
- Tienes razón Saya, deja de molestarla Kai.
- Ahora tu también te molestaste Lulu jajaja
- Jajajaja. ¿Y qué nombre le pondremos a mi otra sobrina?
- Kai y yo habíamos pensado en un nombre antes, pero depende de ti Saya, vamos Kai dile que nombre teníamos pensado.
- Irene. Ella fue una persona especial para mí y obviamente para Lulu también, así que… ¿Qué dices Saya?
- Irene… Anastasia e Irene, son nombres muy bonitos verdad, perfectos para las hijas de Diva y Riku.
Sentí tanta nostalgia al recordar aquello, que un par de lágrimas cayeron por mis mejillas. Lo primero que haría al levantarme de la cama sería comer la témpura de Kai con el infaltable huevo duro que tanto me gustaba, después él me cortaría el cabello y cuando las niñas regresaran de la escuela comeríamos (yo otra vez) y reiríamos juntos.
- Hola Saya ¿Cómo estás?
- ¿Usted es el doctor de aquí?
- Así es, mi nombre es George, mucho gusto – el joven rubio me extendió la mano.
- Mucho gusto – le estreché la mano y sonreí – tiene el mismo nombre que mi papá.
- Sí, me lo pusieron precisamente por él, por George Miyagusuku.
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