Blood + After Story - Capítulo 08


Capítulo 08

LA CIUDAD DE TOSCANA

Al abrir mis ojos volví a encontrarme con la figura conocida de un hombre delgado y apuesto, escuchaba el sonido de los neumáticos rodando por la carretera y el silbar del viento que estremecía las hojas de los árboles; una vez que me di cuenta claramente de mi posición en el asiento de copiloto, hablé.

- Hagi… ¿qué hacemos aquí?
- ¡Saya!, que bueno, ¿estás mejor? – me dirigió una calma sonrisa.
- Sí, pero dime que hacemos en un auto, y a dónde vamos…
- Tú descansa Saya, pronto llegaremos – decía mientras acariciaba mi cabello con la mano libre del volante – pronto…

Hagi detuvo el auto a las afueras de la ciudad, allí, entre enormes y verdosos prados se podía distinguir una solitaria cabaña.

- ¿Por qué estamos aquí?... según el mapa esto es…
- Toscana…
- ¿Por qué lo dices en un tono triste Hagi? ¿Pasa algo malo?
- Es sólo que no quería traerte aquí, pero no hay otra forma…

Él no volvió a hablarme en todo el corto camino hacia la casa, adentro de ella tampoco, yo al igual que él, tampoco pude preguntar nada o quizá no quería hacerlo.

- Aquella noche en el hotel te volviste a desvanecer porque no bebiste sangre en dos días, en este refrigerador dejé muchas bolsas, por favor bebe lo que consideres suficiente como para estar recuperada.
- Ek…. Ah… ¿no puedo tomarla de ti?
- Tengo que salir, cómete todo lo que encuentres apuesto que tendrás hambre… regresaré después, ah por cierto Saya, no salgas de aquí por nada, ni abras la puerta a nadie…
- Hagi, espera… ¡HAGI!

No me miró ni una sola vez, nunca había sido tan indiferente conmigo, por qué si él iba a salir me dejó en medio de un desierto, sola, él dijo que no me dejaba aquí por su gusto, pero… no lo entiendo que rayos pasa.

Mataba mi cabeza pensando en eso, a pesar de lo triste y a la vez enojada que estaba, hice todo lo que Hagi dijo, beber la sangre, comer la comida… pero y después que haría sin él. Me dejé caer sobre la cama de la habitación, mientras pensaba en Hagi, sentía celos de esa chica del museo llamada Sisnii, y recordé lo bonita que era y que se parecía mucho a Mao, ¿cuál era su apellido?, ah si, Yahana, después de treinta años seguramente ya tendría hijos, y hasta nietos; al final, se habría quedado con el fotógrafo Okamura o quizás no, como era rica, nadie sabe si consiguió un mejor partido, por cierto que ella siempre estuvo enamorada de Kai… Kai, como te extraño, hermano…

¡CLARO!, el celular… cómo se me pudo pasar, no he llamado a Kai en semanas. Me levanté de la cama y comencé a rebuscar entre mis cosas aquél aparato, y si que me costó trabajo encontrarlo, pero al final lo conseguí.

- Toooooooooon… Tooooooooooooon… Tsk… Hola, Kai!!
- ¿Saya? Eres tú, ¿como has estado?
- Bien, Kai… y ¿tú?, por cierto como está George…

Kai comenzó a contarme toda la tranquila y bohemia vida que pasaban, me reía en las conversaciones, sin embargo lo había llamado para contarle lo deprimida que me encontraba en ese momento, en realidad no me importaba lo que el pudiese contarme de su vida, que egoísta soy.

- Kai… yoo, te llamé para contarte algo…
- ¿Eh?... qué coss… asasda…. Say… a….
- ¿Hola? ¿Kai?
- Sa… sayy … -----------------------------------
- ¿Kai?... pero qué rayos… porque la señal se fue tan de repente.

Mi llamada a Kai se había cortado de la nada, en verdad fue extraño, pero… BOOOMMMMMM… Un sonido estruendoso estremeció la casa, de pronto, la luz también se extinguió, aun así nunca me equivoqué al creer que no era un temblor, sabía lo que pasaba… quirópteros.

No pasaría mucho tiempo hasta que ellos tomaran la cabaña, así que corrí a la cocina a buscar un cuchillo… BINGO, Hagi había dejado el cello allí, entonces dentro, estaba el sable. Empuñé la katana con fuerza, y otra vez, volví a sentir como la sangre hervía por todo mi cuerpo, no podía pensar en nada más en ese momento, lo único que deseaba era destruir quirópteros. Corté la palma de mi mano con el filo de la hoja, y en estado de alerta los esperé a todos, hasta que aparecieron y fui cortándolos uno por uno, desmembrándolos y cristalizándolos con el poder de mi sangre.

Treinta años no pasaban en vano, terminé exhausta, después de matar a treinta y ocho de ellos no era para menos, me sorprendía a mi misma el haberlos contado, seguía presente ese lado pérfido y homicida de mi mente, incluso ahora, me sentía tranquila de haber sido el asesino y no el muerto. Revisé mi cuerpo para ver que todas mis heridas sanaran, no había necesidad de beber más sangre, fue entonces cuando noté una herida abierta que no había logrado cicatrizar del todo, estaba infectada con la sangre del quiróptero, sangre de… Diva.

No podía equivocarme, tenía que ser su sangre que no tenía efecto en mí, entonces con la mente más despejada comencé a razonar, ¿por qué todavía existen quirópteros? Y lo peor… ¿por qué Hagi me traería a un lugar donde están ellos?

La cabaña había quedado muy afectada, a pesar de eso la luz regresó, y escuché pasos acercándose a mí desde la entrada, estaba segura que no era Hagi; volví a empuñar la espada en dirección a los sonidos y apareció frente a mí… ¿qué?

- Tú… Nathan.

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