Capítulo 04
EL CATACLISMO
PRÓLOGO
EL CATACLISMO
PRÓLOGO
- Una hora tarde, ¡no!, más de una hora tarde.
- Lo siento Kira, mi celular estaba en silencioso y no vi tus llamadas.
- Dieciséis llamadas perdidas ¿verdad Sauken?
- Así es.
- Tu también Sauken… ya no importa, empezaré a trabajar mucho ahora, lo prometo.
Como era domingo la biblioteca estaba casi vacía, sólo estábamos nosotros cinco y dos que tres gatos más. Me volteé por curiosidad para ver quiénes eran y si los conocía. Detrás de mí identifiqué a Yohan, un antiguo amigo de fiestas un par de años mayor que yo y estudiante de psicología, que se encontraba trabajando en la mesa contigua con un chico al que le decían Harry (por su radical parecido con el popular personaje Harry Potter) y del cual ignoraba su nombre pero amaba sus lentes. Sonreí cortésmente al saludo de Yohan y cambié mi vista hacia el escritorio de la izquierda donde distinguí la imagen de Derek; un conocido de los cinco ya que compartía clases con nosotros por ser estudiante de economía, una carrera bastante afín con la nuestra. Me dispuse a agitar mi mano para saludarlo pero me detuve antes de hacerlo por el hecho de estar tan concentrado en su lectura de unas diez mil millones de páginas. La mayor parte del trabajo era elaborada por Kira y por mí, como de costumbre Ilona estaba en su Facebook (gracias a su envidiable internet portable) y, Sauken y Alex en algunos graciosos y a la vez apasionados besos.
Así llegaron las ocho de la noche y nos votaron de la biblioteca. Vi el reloj de Kira y eran exactamente las ocho de la noche como había mencionado la encargada, los ocho estudiantes abandonamos el salón y nos dirigimos a la salida del plantel, Derek se acercó a Alex y a los demás al instante en que fui a saludar a Yohan y su compañero.
- Ah!!!!
- ¡Qué pasa Kira!... ¿Qué perdiste esta vez?
- Eh… jeje olvide mi USB allí dentro, acompáñame a buscarlo.
- Está bien… - ¿Eh?, está cerrado.
Kira no había demorado ni siquiera un minuto en darse cuenta de su olvido y había tardado incluso menos en girar su cabeza para notar que la biblioteca ya había cerrado. Me asomé por el vidrio de la ventana para pedirle a la señorita que atendía el favor de abrir un momento, sin embargo no vislumbre ni un alma allí dentro; bruscamente volteé a ver si la mujer se hallaba saliendo no obstante solo estaban los mismos rostros, ninguno de más ni de menos, entonces fue ineludible preguntarme por donde dejó el lugar si el recinto sólo contaba con una salida, y era la que nosotros habíamos usado. Kira se resignó a tener regresar al día siguiente. La interrogante permaneció flotando en mi cabeza por un rato pero se esfumó al recordar que Mariel vendría a verme, al percatarme que ya se encontraba una hora tarde, mi preocupación comenzó a acrecentarse.
A pesar de que para mí los retrasos de Mariel eran más que normales, aquel día no me sentía tranquila gracias al anormal suceso acontecido anteriormente, aunque al parecer los demás no notaron nada raro; quizás sus cerebros eran más pequeños o ninguno de ellos era un psicótico obsesivo como lo que yo empezaba a parecer, y mientras especulaba sobre todas esas estupideces, llegamos a la puerta principal donde nos esperaba una “agradable” sorpresa. Varios hombres entusiastas, vestidos de negro y todos coronados con sombreros de acabado vagabundo, apuntaban con francos a la cima de nuestras cabezas; ¡Qué recibimiento! (pensé), justo entonces se me acercó uno de ellos y jaloneó a una persona que estaba detrás de él, a menos de un metro de mí y frente a mis ojos el extraño le apuntó con un revolver a una pelirroja conocida mía y me dijo: - Le volaré los sesos.
(…)
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