BLOOD + After Story - Capítulo 02

Capítulo 02
CAMBIARON LOS TIEMPOS

El hombre rubio y apuesto que conocí aquel día, era el hijo de David y Julia; él me contó que le habían puesto el nombre de mi padre por el gran cariño que sentían hacia George Miyagusuku. George se había convertido en un gran médico genético pero al sentir que Kai, mi hermano, era su mejor amigo y disfrutaba de la vida cada día; él decidió seguir una vida igual, se quedó en Okinawa y montó una clínica vecina a “Omoro”. Kai y él hacían fiestas cada fin de semana, así que como yo desperté tenían que hacer una fiesta de nuevo. La emoción de reunirme con mis sobrinas me invadía, hubiese querido reunirme con Kaori también, pero ella vivía en Tokio con su familia (esposo e hijos) y según lo que me contó George, sus padres y Louis seguían investigando como aplazar la vida de Lulu, en unos laboratorios en América financiados por Joel. Después de un buen corte de cabello a manos de mi hermano, George, Kai y yo nos vimos reunidos en la taberna de Omoro, y al preguntar por mis sobrinas, Kai contestó:

- Saya, esto es difícil para mí pero… están durmiendo, así que desgraciadamente no podrás ver ni a Anastasia ni a Irene, porque ambas han empezado su sueño al mismo tiempo.
- Ya veo – contesté –… dime George ¿fuiste un buen amigo para mis sobrinas?
- Claro que sí, Saya-san.
- Eso me tranquiliza – dije – qué les parece si tomamos mucho sake esta noche.
- ¿Estás segura Saya?, George y yo tomamos bastante.
- No importa hagámoslo jeje …

Kai y George terminaron la noche ebrios, y a decir verdad yo hubiese acabado igual de no hacer trampa. Los dejé durmiendo en los viejos muebles de la casa donde viví con papá, Kai y Riku, para irme al colegio donde, en mi vida pasada, conocí a Hagi.

Subí a mi dormitorio para cambiarme de ropa, cada lugar que veía me traía innumerables recuerdos de mi vida en Okinawa. No podía ir a mi antiguo instituto sin ponerme el uniforme; se encontraba guardado al fondo del ropero, la falda, la blusa y el lazo rojo. Baje presurosa y metí mis tenis en un bolso, me agaché para ponerme los zapatos y salí corriendo de la taberna.

Sentía unas ganas impresionantes de llorar, después de todo este tiempo no pude ver a mis sobrinas, ver a Kai era algo enormemente gratificante pero ya nada era lo mismo. Realmente me hubiese gustado ver lo grandes y bonitas que lucían Anastasia e Irene y no sólo en fotografías, sino ver sus rostros y poder abrazarlas, aquello hubiera reconfortado al menos un poco el inmenso dolor que me invadía al no poder ver a Hagi, quizá nunca más podría ver aquel rostro de nuevo, ¿seré capaz de aguantar algo así?

Me sorprendía que después de treinta años la escuela siguiese funcionando, trepé la reja del instituto, lo primero que hice dentro fue dar un buen salto alto, para variar. Recorrí el patio y vi cada uno de los árboles, viendo siempre el trasfondo teniendo la esperanza de que quizá aquel hombre que me ofreció sangre ya una vez en ese lugar, reapareciera. Entré en todos los salones en los que tuve clases, recordaba bien cual era aquel salón en el que Hagi me salvó del quiróptero y me dio su sangre a través de un beso; todo el colegio lucía desierto, seguí paseando por las aulas y los pasillos, y al finalizar, visité la azotea.

Visualicé el cielo, estaba despejado y limpió, entrecerré mis ojos y boté el bolso que llevaba al piso, luego arrojé mi cuerpo al suelo y me dispuse a dormir de no ser que sentí algo en mis labios. Otros dos labios tibios y carnosos se posaron sobre los míos, empezaron a masajearlos y luego mi boca reaccionó por impulso, nuestras lenguas se cruzaron y de manera natural mis manos enrollaron el cuello del otro, al terminar aquel bello beso, abrí los ojos y la figura que se presentaba ante mí, era la de un hombre elegante, apuesto y de cabello negro largo; no podía ser otro más que el amor de mi vida, Hagi.

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