- ¿Quién eres?
- ….en…Leeeeeeeeeeen!!
Me desperté sudando a mitad de la madrugada, aquel sueño lo había tenido ya varias veces, la voz nasal pero suave que llamaba mi nombre era tan familiar y dulce, cada vez más dentro de mi corazón deseaba recordar a la mujer de la ilusión pero hasta el momento me era imposible. Toda esa noche estuve despierto, las ganas de dormir se habían esfumado y mi mente se encontraba en otra parte, se encontraba con ella.
El despertador chillaba tanto que lo boté a un rincón, abrí los ojos de golpe y la luz de la mañana empañó mi mirada; demasiado tarde como para reportarme en la escuela, sin quererlo me había quedado dormido. No tuve más remedio que llamar a Neru para que tome apuntes de las clases que me atrasaría, ella a pesar de estar en mi aula no solía copiar ni anotar nada por lo que tenía que hacerme el favor esta vez.
Me sujeté el cabello en una coleta (como de costumbre) y salí al supermercado; compré un par de obentos, dos botellas de zumo de naranja y varias bananas (mis favoritas). Después de almorzar y lavar el servicio, decidí hacer el aseo. Toda mi pequeña casa estaba cubierta de una capa de polvo, ¿cuánto tiempo hacía desde la última vez que hice limpieza?, cogí la escoba, mopa y plumero ¡A limpiar se ha dicho! Acabé hecho un asco, puse la ropa en la lavadora y me sumergí en la tina para relajarme en un extenso baño.
Con la cena ya calentada, antes de pinchar los tsukune con los palillos, escuché el timbre.
Con la cena ya calentada, antes de pinchar los tsukune con los palillos, escuché el timbre.
- ¡Cuánto tiempo ibas a demorar en abrirme, Len Kagamine!
- Ah, ehmm… lo siento Neru, ¿trajiste los apuntes que te encargué?
- Sí, copié todas las clases, ten – sacó los cuadernos de su bolso mientras inmiscuía su cabeza por mis costados – Tienes la cena lista, ¡delicioso! con el hambre que tengo – dijo mientras pasaba por mi lado entrando a mi casa.
- ¡Espera Neru! – entré corriendo y me paré delante de ella abriendo los brazos para bloquearle la entrada – la verdad es que apenas tengo para llenar mi estomago y… ya sabes hoy no cociné nada para merendar, así que…
- ¡No hay problema!, Len déjamelo a mí, yo cocinaré todo, así que… déjame pasar.
- Ah, ehmm… lo siento Neru, ¿trajiste los apuntes que te encargué?
- Sí, copié todas las clases, ten – sacó los cuadernos de su bolso mientras inmiscuía su cabeza por mis costados – Tienes la cena lista, ¡delicioso! con el hambre que tengo – dijo mientras pasaba por mi lado entrando a mi casa.
- ¡Espera Neru! – entré corriendo y me paré delante de ella abriendo los brazos para bloquearle la entrada – la verdad es que apenas tengo para llenar mi estomago y… ya sabes hoy no cociné nada para merendar, así que…
- ¡No hay problema!, Len déjamelo a mí, yo cocinaré todo, así que… déjame pasar.
Me empujaba tanto que probablemente me tumbaría en pocos segundos, nunca pensé que ella fuese más fuerte que yo, eso me deprimía. Logré sacar fuerzas de mi flaqueza y la conduje hacia afuera, mi única alternativa para que no volviera a entrar fue cerrarle la puerta.
- Lo siento y gracias por los apuntes.
- ¡Cómo te atreves Len, ábreme,…. Len!
- ¡Cómo te atreves Len, ábreme,…. Len!
Con sus gritos en el aire, me senté a la mesa y con tranquilidad empecé a engullir algunos onigiri y tsukune. Las exclamaciones de Neru llamando mi nombre, qué se escuchaban desde la ventana, traían a mi cabeza la voz que escuchaba en mis sueños, por supuesto que ambas voces eran diferentes además, Neru nunca podrá ser mi musa.
Al día siguiente, me levanté tarde otra vez y salí corriendo de casa. Al ver mi reloj, noté que no debía apresurarme tanto, caminando a paso normal llegaría bastante temprano por lo que decidí comer el pan que alisté, con bastante lentitud y al ritmo de mi marcha. Iba distraído, miraba al piso mientras mis pensamientos yacían en blanco, fue así que el viento atrajo hacia mi rostro hilos de cabello dorado; la dueña de ellos cruzó rozando mi hombro con el suyo y a poca distancia se detuvo, nuestras cabezas giraron al mismo tiempo y mi sorpresa fue tan abrumadora que sólo atiné a tomarle el brazo para detenerla. Era como tener un espejo frente a mí, lucía exactamente igual que yo, ojos, cabello, creo que incluso las orejas; en ese momento se acumularon las preguntas en mi interior.
- Dime, ¿cuál es tu nombre?
- Rin, … Rin Kagamine
- ¿Kagamine?
- Rin, … Rin Kagamine
- ¿Kagamine?
Imposible, esa voz siempre la oía en mis sueños; pero qué significaba el hecho de que tuviésemos el mismo apellido y para variar la misma apariencia, acaso ella era mi gemela. Eso era aún menos creíble, mi padre nuca mencionó algo como eso o quizá esta niña vivía con mamá, mi mente estaba revuelta.
- Tú eres, eres acaso mi …
- Sí – asintió con la cabeza y bajó la mirada – soy tu hermana gemela Len.
- Sí – asintió con la cabeza y bajó la mirada – soy tu hermana gemela Len.
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